Nuestra cartografía se compone de tres territorios que son Sevilla, Galicia y Reims (Francia). Sevilla y Reims son las dos ciudades que estamos comprando. Galicia aparece ya que en A Coruña, el mercado de San Agustín (1935) es una copia del mercado de Reims (1927), ya contaremos esto…
Hoy toca la gastronomía, tema muy importante para LaPlasita.
Vamos a hablar de bebida y galletas: champán o champagne y biscuits roses de Reims.
¡Reims es la capital del champán!
Es una bebida que se bebe allí sin razón particular, no se tiene que celebrar algo para abrirse una botella.
Después de brindar, se lleva una tradición en Reims que consiste en mojar una galleta típica en la copa de champán.
¡Sí han leído bien! ¡Mojar una galleta en el champán! Esta galleta se llama “Le biscuit rose” y viene de la familia Fossier. Está tremenda la experiencia.
Heredera de una gran línea de creadores de golosinas que hacen la fama de Reims, la Casa Fossier ha sabido conservar y desarrollar la maestría creativa que hace de sus recetas de galletas inevitables etapas gourmet. Galletería de tradición forjada por dos siglos y medio de historia, Fossier mezcla el buen gusto de antaño con los sabores de hoy para llenar todos los gourmets. Podríamos compararla con nuestras tortas de aceite, con la marca Inés Rosales, por ejemplo.
Durante más de tres siglos (1690), la galletería ha sido una actividad próspera y muy bien implantada en Reims. En los años de locura, la moda de los Biscuits Roses crece, y a las mujeres elegantes les encanta degustarlos con un gran champán. Incluso podrá mantener sus actividades durante las guerras de 1914-1918 y 1939-1945 adaptando su fabricación a las necesidades del momento.
Muy pronto, apareció la costumbre de mojar su galleta en una copa de tinto de las colinas de Champagne: Bouzy rouge, Mareuil rosé, Ratafia, viejo orujo y más tarde en una copa flauta de champán.
El Biscuit Rose de Reims tenía sobre todo la particularidad de no desplomarse o desmoronarse cuando se lo sumergía en un líquido, gracias a la larga desecación que había sufrido, después de la cocción, en la estufa situada bajo el horno de leña del antiguo panadero y también gracias a la calidad de las materias primas.
¡Una tradición regional!